viernes, 23 de septiembre de 2011

cuchillo ensangrentado

Era de noche cuando ella apareció por entre los arbustos del parque con un cuchillo ensangrentado. No me puse nervioso, ni alerté con una reacción brusca e intimidatoria. Más bien todo lo contrario, permanecí ensimismado. Se acercó y asustada me dijo "esto es tuyo". Los espíritus del parque apagaron las luces de las farolas, y una vez la oscuridad se hizo a nuestro alrededor, noté un tierno y cálido beso en la mejilla. Me quedé como paralizado al sentir el frío de la hoja del cuchillo posándose sobre mi mano, y sus pasos alejarse. Esta no era la primera vez que nos encontrábamos. Ella siempre me entregaba el cuchillo, y yo volvía de inmediato a casa, a limpiarlo, maldiciéndome por no haberle devuelto el beso, tampoco esta vez.

1 comentario:

airun dijo...

a caso te has vuelto un romántico o es que la muerte no ha desaparecido de tus relatos?? je!