jueves, 9 de septiembre de 2010

Q... un hombre corriente


Después de hacer el tercer "Doble Bogey" de la mañana, Q... decidió que ir a tomarse una copa al bar del mismo campo era la mejor idea. Le atormentaba todo lo que había sucedido la noche anterior con su tercera y última esposa. Pidió un "Gin-Tonic" para aliviar su ansia. No era la primera vez que le sucedía la misma situación aunque otras veces eligiese un partido de tenis para desahogar. Claro que esta vez también lo intentó, pero su pareja de tenis resulto estar ausente. Entonces fue al parking de su suegro en busca del Lange Rover que escondía un juego de palos de golf y los metió en su Audi. El tiempo que transcurrió desde que los palos estaban en el coche de su suegro hasta que se posaron en su maletero devino eterno. Incluso miró sorprendido cómo sus manos agarraban un "hierro 7" con el mismo gesto con el que un leñador agarra su hacha para talar un platanero. Y pensó en su mujer y en el poco sufrimiento que ésta padecería de ser receptora de un golpe mortalmente certero. Arrancó el coche, y tras pasarse dos semáforos en rojo advirtió que se tenía que haber parado en el segundo para girar a la derecha en dirección a "Bitch'em put", que era donde su suegro solía ir a jugar, no sabemos si tras situaciones con su esposa como la de Q... Se había terminado el "Gin- Tonic", y alarmó al camarero pidiéndole otro con un modal impertinente. No podía soportar esa actitud tan pérfida y capciosa de su esposa. Miró su anillo de compromiso y pensó en metérselo por la boca hasta que se ahogase con el oro de la unión. Cuando el camarero le iba a echar la tónica en el vaso de ginebra le dijo que no lo hiciera sin tan siquiera mirarle a la cara. Estaba con la mirada fija en uno de los cochecitos que te trasladan de hoyo a hoyo. Se encaminó hacia él con su juego de palos. Se subió, y mientras conducía con su mano izquierda, con la derecha agarraba el "hierro 7" de su suegro. No sabemos qué tenía en la cabeza durante el tiempo que duró este paseo, pero a la vez que conducía, balanceó el palo entre sus dedos como si se tratase de una "majorette" de desfile militar. Dejó el coche junto al bar, a unos cincuenta metros de donde lo había tomado prestado. Bebió el "Gin-Tonic" de un solo trago y se fue con sus palos y su Audi.

Dos días después, su esposa vestía de luto por la muerte de Q.... Ni su mujer, ni su hijo que estrenaba carnet de conducir, se explicaban cómo pudo salirse de la carretera en esa recta tan recta.

No hay comentarios: