jueves, 9 de septiembre de 2010

sueño número 115


Ayer soñé que yo era un viejito escuálido con barba. Mi nombre, Sr. Sylvaris. Me crucé con un amigo que se dirigía con su esposa por donde aquella chica de ojos descaradamente azules y sonrientes vive. Le pedí que si la veía, le dijera si alguna vez había visto aquella película que teníamos pendiente de ver. “Quién es ella”, me preguntó este amigo. Fue mi único y verdadero amor, le respondí yo. Nunca tuve ningún otro a partir de que la conocí, porque mientras pensaba en ella, no tenía tiempo para otras. Mi amigo, triste por mi respuesta, me dijo, Sr. Sylvaris, esa película, está usted seguro de que existe?

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Esta mañana he ido corriendo a ver si esa película existía, y he descubierto que no. Entonces pensé que jamás tuvimos nada pendiente mas que mi invención de que algún día viviría con su amor cogido de mi mano. Ni siquiera me dio una oportunidad.

Sin embargo, fui a dar con una curiosidad. Recordaba con mucha claridad ese nombre que yo tenía en el sueño: Sr.Sylvaris. Pues ese tal Sr.Sylvaris, que era yo con cuarenta años más, fue un presidiario en una islita francesa en la época de la colonización, el único preso de toda la isla, “toda la cárcel para él”, pensé yo, “que afortunado!” Resultó que un cierto día se incendió toda la isla por lo que murieron todos sus habitantes. Todos excepto el Sr. Sylvaris. La cárcel, preparada para cualquier fuga, le había protegido y salvó su vida.

Sr. Sylvaris, resulta que suceden ciertas cosas que creemos negativas y sin embargo, nos están salvando la vida.

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